Señor Jesús, no podemos darte la bienvenida a nuestro colegio porque eres el Dueño de casa y al dueño no se le da la bienvenida. Esta es tu Casa, Señor. Aquí, en la recepción, las familias son recibidas por primera vez en Cerros. Y por eso aquí, en este punto, queremos empezar a decirte que Tú eres el Señor de nuestros corazones.
Jesús, sabes que este año ha sido particular. Hemos vuelto a la presencialidad después del tiempo de pandemia, en el que hemos visto nuestra fe y nuestra perseverancia puestos a prueba. Por eso, Jesús, hemos puesto todo nuestro cariño y empeño en organizar esta procesión, porque te necesitamos, porque queremos estar contigo.
Estamos muy contentos de que salgas del Sagrario a recorrer los pasillos de Cerros. Te pedimos que seas el compañero permanente de nuestras familias y de nuestros hijos. Sabes que no eres uno más en nuestros hogares y en nuestro Colegio: eres la Persona más importante. Tu presencia, que vemos escondida en este momento, es indispensable para caminar como padres y transmisores de la fe.
Te pedimos que aprendamos de tu disponibilidad en el Sagrario para que, a través de nuestra vocación al matrimonio, nuestra vocación a la maternidad y a la paternidad, sepamos ser reflejo de Tu amor.
Jesús Sacramentado, aquí, entre el comedor y el coliseo, se desarrollan momentos importantes de nuestra vida como estudiantes. Aquí corremos, aquí jugamos, aquí compartimos el alimento. Aquí, Señor, se forjan amistades que van a durar toda la vida.
Es por eso, Jesús, que quisiéramos decirte que Tú eres, y queremos que lo seas siempre, el amigo más importante de nuestra vida. En nuestros años como estudiantes cultivamos muchas amistades, pero ninguna tan fundamental como la tuya, que eres el amigo que nunca falla.
Tú mismo, en la Hostia, nos recuerdas cuando éramos pequeños y jugábamos a las escondidas. Ahora el que se esconde eres Tú, en un pedacito de Pan, y quieres que yo te encuentre. Ahora que te veo aquí, quiero pedirte la gracia de estar siempre Contigo, no quiero que nada me despiste de Ti, que nada me aleje de Ti. Quisiera quererte como cuando hice mi Primera Comunión y contaba los días para recibirte. Quiero ser como los niños pequeños que, aunque están concentrados en sus juegos, no pierden de vista a sus padres y no saben ni quieren estar un segundo sin ellos. No quiero estar sin Ti. Gracias por quedarte en la Eucaristía para mí. Te pedimos que todos en Cerros descubramos la bendición que supone tenerte tan cerca cada día.
Señor Jesús, ahora estás frente a los laboratorios, ese lugar donde empieza la zona académica de nuestro colegio. De san Josemaría hemos aprendido a santificar el trabajo, intentando hacerlo bien y por amor. En estos espacios, en estas aulas, es donde cada día buscamos tener ese encuentro personal contigo. Es aquí donde se puede hacer realidad eso que nos enseñó el inspirador del colegio, que una hora de estudio o de trabajo puede ser una hora de oración.
Jesús, te pedimos que bendigas a todo el personal docente, al personal administrativo, a los directivos, a cada persona que trabaja o ha trabajado en Cerros. Te damos gracias por la oportunidad de trabajar en un lugar donde tu presencia eucarística está tan cerca.
Quisiéramos valorar más y mejor tu amor, y acercarnos con más frecuencia a visitarte, para agradecer que camines a nuestro lado en cada paso que damos.
Ahora, Jesús, estamos a punto de regresar al oratorio, donde te volverás a esconder en el sagrario. Te pedimos, Señor nuestro, que a partir de ahora nuestros corazones estén más alerta, para descubrir tu presencia en cada rincón de nuestro colegio, sobre todo desde ahora, porque nos has hecho el regalo de recorrer con nosotros estos pasillos. Le pedimos a la Virgen y a san José que nos regalen su amor por Ti, para que lleguemos a gozar junto a ellos de tu Amor en el Cielo. Amén.
Si quieres saber cómo fue nuestro día, te invitamos a visitar el siguiente enlace: https://www.loscerros.edu.co/?p=9771&preview=true
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