Agosto 4 - 2022

Ordenado sacerdote Pedro Medina De Arteaga, egresado del colegio Gimnasio de Los Cerros

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Vamos a hablar cara a cara con uno de nuestros egresados sacerdotes, como él, varios han tomado este camino en sus vidas, siempre con el apoyo y determinación que brinda nuestro colegio.

Monseñor Ricardo García, obispo de la prelatura de Yauyos-Cañete (Perú) ordenó a 24 sacerdotes de 9 países en la Basílica de San Eugenio en Roma el pasado 21 de mayo de 2022. Entre los nuevos sacerdotes están dos colombianos: David Samudio Torres y Pedro Medina de Arteaga, egresado del Gimnasio de Los Cerros de la promoción 2009.

Pedro Medina de Arteaga es médico. Inició sus estudios en la Universidad de La Sabana en Bogotá y concluyó su carrera en la Universidad del Valle. Posteriormente, sus estudios de teología en Roma y, el doctorado en teología moral en Pamplona.

Después de su ordenación, estará un tiempo en España y confiamos en que pronto regrese al país a ejercer su ministerio sacerdotal. Desde Alumni Cerros le enviamos un saludo de felicitación y nuestras oraciones para que den mucho fruto todas las bendiciones recibidas. También, a su familia por esta gracia tan especial, nuestro saludo y reconocimiento.

Gimnasio de Los Cerros - Sacerdote Pedro Medina de Arteaga

  1. ¿Qué le llevó a tomar la determinación de ser sacerdote? ¿Cuáles fueron las motivaciones? 

La pregunta por la motivación siempre consigue llegar al corazón de las cosas y por eso la agradezco porque me sirve para hablar de aquello que es la razón de mi vida: Dios me motivó. Ser sacerdote no fue algo que yo buscara desde siempre y que por fin he conseguido, no fue así. Me motivó Dios y lo que me impulsó a decirle que sí a esta llamada inmerecida fue la ilusión por gastar mi vida en servir a los demás. Ese deseo de servir lo aprendí en casa, se fue desarrollando durante el colegio y la carrera de Medicina lo potenció. Ahora veo mejor la película: cada paso fue parte de esa llamada al sacerdocio que Dios me tenía preparada.

Me imagino que eso de “lo hago porque quiero servir a la gente” suena a cliché. También cuando me preguntaban en entrevistas sobre mi elección de estudiar Medicina sonaba a frase hecha. Yo quería ser médico y tener muchos hijos cuando estaba en el colegio, pero Dios me fue mostrando que necesitaba de mí, que quería que le entregará todo, porque él así realizaría mis sueños. Y ha sido así y lo compruebo cada día. Creo que el sacerdocio es un buen ejemplo de esas grandes tareas en la vida que no se buscan directamente, pero que te la encuentras dentro de un camino que tienes que elegir siempre: si gastar tu vida en servir o solo servirte de la vida para gastarla. Es una buena pregunta para saber que me motiva: yo, ¿para qué soy bueno?

Nuestro mundo necesita de Dios. Por supuesto Dios sostiene al mundo y sin Dios es difícil cumplir la misión que las personas tenemos en la vida. Pero hay algo todavía más potente: el mundo necesita que Dios se haga presente en la vida de cada uno. Entender que la pregunta a resolver no es tanto ¿quién soy? ¿Para qué sirvo? Sino: yo, ¿para quién soy?, eso ayuda mucho a resolver este tipo de cuestiones vocacionales.

  1. ¿Cuáles son sus principales retos como sacerdote?

La verdad, aún no lo sé. La pregunta me ayuda a pensarlo. Ahora mismo estoy dedicado al doctorado en Teología moral y apenas llevo un par de meses como sacerdote. Por tanto, el primer reto es acabar la tesis sobre aspectos psicológicos de la vocación y prepararme bien para ser un buen guía espiritual.

Los principales retos creo que tienen que ver con ser puente entre Dios y los jóvenes, porque dentro de lo que cabe, soy un sacerdote joven. Llevo estudiando toda mi vida y eso sirve mucho, pero tiene sus riesgos. Esa profundización en filosofía y teología que he tenido la suerte de realizar sirve para tener las ideas muy claras, pero no necesariamente implica el saber transmitirlas. Hay retos muy interesantes que tienen que ver con la pregunta sobre la motivación en la vida: ¿cómo transmitir mejor la grandeza de la vocación en medio de tantos inputs que nos llevan a ser individualistas, hedonistas o simplemente indiferentes ante los demás? Ese el gran reto, conectar con la gente y ayudar a que estemos más conectados, no solo virtualmente.

  1. ¿Qué implica ser un sacerdote graduado de Cerros? ¿Tiene algo de especial venir de donde viene y haber estudiado donde estudió? ¿Alguna responsabilidad adicional?

Ninguna responsabilidad adicional. Creo que el sacerdocio de por sí implica darlo todo. En cuanto a lo “especial” de mis raíces, diré algunas cosas. Soy hijo de papas católicos y que viven su fe en lo de cada día. Han cumplido 33 años de casados y están felices con mi sacerdocio. Para mí la casa, el hogar familiar, fue un constante incentivo para vivir de cara a Dios y con la idea de servir a los demás. De hecho, terminé siguiendo los pasos de mi papá, médico radiólogo.

A su vez, el colegio Gimnasio de Los Cerros me ayudó mucho en esa formación humana y espiritual. Recuerdo un retiro espiritual que me sirvió para conocerme y también recuerdo la labor social que hacíamos. Sin duda, toda mi hoja de vida académica no habría sido posible sin la base que me dio Cerros. Pero sobre todo lo más especial son los buenos amigos que hice, que me siguen acompañando.

Además, yo diría que le debo a Cerros una actitud optimista y firme en muchos aspectos de la vida que ahora la mayoría de las jóvenes ignora. Me ayudó a tener un norte claro. Creo que conseguí respirar una cultura más humanista que ha sido un sello distintivo. Me refiero a la lectura de libros de literatura e historia, el gusto por las artes, la música, la poesía. Si bien es cierto que se pueden seguir haciendo esfuerzos por fortalecer esa línea humanista que ahora la parte científica de la enseñanza (la cual estimo mucho) ha desplazado y se corre el riesgo de una educación muy técnica pero poco humanizadora.

El Gimnasio de Los Cerros es una inspiración para encontrar tu vocación, alumni habla

  1. ¿Cómo influyó el Gimnasio de Los Cerros en su decisión vocacional?

Como he dicho, creo que la casa influye mucho. La conciencia de que Dios es bueno y que tiene un plan para nuestra vida, partiendo de nuestras cosas buenas y malas, se aprende en la familia. En ese sentido, Cerros promovió esa base sembrada en casa, que eso ya es mucho. En concreto, esos deseos de servir fueron bien canalizados en las actividades extracurriculares y del club.

Cuando me decidí a tomarme en serio lo que Dios quería para mi vida, había hecho hacía poco un campamento de trabajo en Bahía Málaga, en el Pacífico. Solo después me di cuenta de que esas actividades de formación y sociales que hacíamos en el club Delta y luego con el CAS del IB, realmente me despertaron para tomarme en serio la vida. Yo era bastante vago, me llevaba artes y geografía a Recuperaciones. Pero cuando entendí que no podía desaprovechar mis talentos y que mi tiempo era valioso para los demás, cambié mucho y eso me hizo muy feliz.

  1. ¿Qué mensaje le enviaría a los niños y jóvenes del Gimnasio de Los Cerros?

Teniendo en cuenta que yo también soy uno de esos jóvenes de Cerros les hablaría de amistad.

Les intentaría explicar lo que tengo bien experimentado: que lo importante en la vida no es solamente realizarse profesionalmente (cumplir todo tal como uno imagina que debe ser) sino saber responder siempre bien a quienes te quieren bien. En mi caso, todo ese ideal de ser médico no ha fracasado por el hecho de hacerme sacerdote… todo lo contrario, se ha potenciado mi vocación médica. Es decir, que los sueños se quedan en nada si son solo míos, es mejor cuando los sueños son nuestros, y nos hacen crecer con otros.

Añadiría un mensaje más concreto: una de las cosas que más ayudan a ser feliz en la vida es ser buen amigo, es decir, cuidar a los amigos, ser leal y capaz de sufrir por ellos. Estar en las malas y las buenas. El mejor maestro de esa amistad es Jesús, que nunca nos deja solos, que quiere nuestra felicidad. Como decía San Juan Pablo II a los jóvenes: no se dejen robar la esperanza, no tengan miedo de ser felices, de comprometer la vida. Jesús no quita nada. Esa felicidad que buscamos no está lejos de Dios. Todo lo contrario: el principal aliado para ser feliz es Jesús, es el mejor amigo que podemos tener.

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